viernes, 12 de diciembre de 2014

CARTAS CRUZADAS / I AM THE MESSENGER



"Tengo los brazos molidos.
Ignoraba que las palabras pudieran pesar tanto"

Cartas Cruzadas, de Markus Zusak


Me parece que hace tiempo, cuando reseñé por primera vez a Zusak, ya dije que su Ladrona de Libros fue el primer libro en mi vida que me obligó a parar la lectura durante días. Que yo recuerde, excepto aquellos tres días, siempre he tenido un libro en mi mesilla de noche, en la mesa de la cocina... en algún lugar cercano.
Me di cuenta de que lo de leer era para mí una obsesión, la primera vez que noté una ligera angustia, que seguramente habría terminado en ansiedad, al leer las últimas páginas de una obra y darme cuenta de que no tenía repuesto. No llegó a la ansiedad, como digo, porque corrí esa misma tarde a la biblioteca y me surtí de una cantidad considerable de tomos, con el fin de no volver a sufrir esa espantosa sensación de vacío. De hecho, lo sigo haciendo: siempre salgo de allí cargada con libros que tendré que renovar, ya que, por muy veloz que sea leyendo, humanamente sería imposible terminarlos en el periodo estipulado de préstamo. Y bueno, después de toda esta introducción personal, hoy traigo al blog al autor que me provocó aquel parón lector. Esta vez, con su novela Cartas Cruzadas. Cuando empecé a leer, eché de menos a La Ladrona, el momento histórico, la atmósfera... pero enseguida caí cautivada por Ed Kennedy, el taxista, el perdedor, el mensajero. Si estos días, alguien quiere regalar un cuento de Navidad, Cartas Cruzadas lo es. De un modo antinavideño, con unos personajes esculpidos por la vida, pero con una manera de tejer palabras para darnos verdades que, a mí, sinceramente, me dejan sobrecogida. Nuestro Ed, con su amigo Doorman, un viejo perro al que le encanta el café, se convertirá en el hacedor de pequeños milagros, de milagros de andar por casa. Algunos  podríamos hacerlos nosotros mismos si tuviéramos la inteligencia de perder el tiempo preocupándonos por lo que hay a nuestro alrededor. Ed no es un héroe, es, como él mismo dice, "otro estúpido ser humano".

“My arms are killing me.
I didn't know words could be so heavy.” 

I am the messenger, by Markus Zusak


A time ago, when I made my first review on a book by Zusak, I said that his The book Thief was the first book that obliged me to stop reading for days. As long as I remember, and except for those three days, I've always had a book at hand. I realised that reading is an obssession to me one day I was finishing a book and I didn't have another one to start with. I felt a bit anxious, and probably I would have suffered a panic attack if I hadn't run to the library to get a pile of books. I didn't want to experience the same feeling of emptiness again. In fact, today, when I go to the library I always take a considerable amount of books that I know, regardless my reading speed, that it will be humanly impossible to finish them during the library legal book loan period. And, after this personal introduction, today I bring to my blog the responsible of that reading stop. This time, his novel I am the Messenger. When I started reading it, I missed The Thief, the historic time, the atmosphere... but soon, I felt captivated by Ed Kennedy, the taxi driver, the loser, the messenger. If you are thinking about buying these days a Christmas Tale, this is your book. In an anti Christmas way, of course, with characters sculpted by life, but with a way of knitting words to give us truths that, sincerely, made me felt overwhelmed. Our Ed, with his friend Doorman, an old coffee-lover dog, will become the maker of little miracles, of rough-and-ready miracles. And what this book says is that if we were smart enough to loose our time worrying about people around, all of us could become Ed, because he is not a hero but, as he says, "another stupid human".



Ed Kennedy es un chico cualquiera en un suburbio cualquiera de una gran ciudad. Vive en un apartamento maltrecho en compañía de su perro y se gana el sueldo como taxista. Le acompaña una pandilla de amigos que poco o nada le piden a la vida, pero de repente algo pasa y Ed tendrá una misión que cumplir. Día tras día, noche tras noche, el joven irá descubriendo que el afecto, la amistad y el amor no son palabras huecas sino verbos vivos: si quieres saber, pregunta; si pretendes ayudar, actúa; si quieres cambiar, no esperes. A menudo, son los pequeños gestos los que mueven el mundo y Markus Zusak nos demuestra que cada uno de nosotros, incluso un chico cualquiera en un suburbio cualquiera, puede dar el primer paso.



 

Ed Kennedy is an underage cabdriver without much of a future. He's pathetic at playing cards, hopelessly in love with his best friend, Audrey, and utterly devoted to his coffee-drinking dog, the Doorman. His life is one of peaceful routine and incompetence until he inadvertently stops a bank robbery.

That's when the first ace arrives in the mail. That's when Ed becomes the messenger. Chosen to care, he makes his way through town helping and hurting (when necessary) until only one question remains: Who's behind Ed's mission?

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